Moisés tomó la Tienda y la plantó a cierta distancia fuera del campamento; la llamó Tienda del Encuentro. El que tenía que consultar a Yahvé salía hacia la Tienda del Encuentro, fuera del campamento.
Exodo 33,7
De qué manera tan sencilla se puede acceder a lo divino.En la Biblia se habla de que Moisés plantó la tienda del encuentro, y allí le hablaba Dios, cara a cara, como quien habla con un amigo.Es una imagen muy bonita y clara.Deberíamos tener una tienda de campaña simbólica, portátil, multiusos, ajustable a las condiciones de todos los terrenos, práctica, renovable al compás de los tiempos, acogedora, donde todo y todos caben.Una tienda del encuentro adaptada a nuestra persona, donde nos sintamos cómodos.Esa tienda, que es exclusivamente para hablar con Dios, la podemos plantar en ocasiones: cuando nos acostamos o levantamos, cuando estamos muy tristes o cuando queremos dar las gracias. Y también la podemos hacer adaptable a cada momento del día, es decir, podemos vivir en ella.“Mi vida se ha convertido en un diálogo ininterrumpido con Dios”, decía Etty Hillesum, estando en un campo de concentración en unas condiciones durísimas.Ella vivía en la tienda del encuentro.Y sigue diciendo: “hay una extraña alegría en mí por todo, tal como ha ocurrido. Todas mis fuerzas creadoras están intactas, siempre consigo apartarlas de las garras de las preocupaciones diarias y de los temores.”Si vivimos en esa tienda es fácil que se nos note; en primer lugar, porque tendremos las fuerzas necesarias para no dejarnos atrapar por esas mil preocupaciones que nos acechan, y en segundo lugar porque viviremos con alegría.La tienda del encuentro es un diálogo constante, con y sin palabras, con nuestro creador, que nos lleva a vivir de otra manera y hace que toquemos el cielo sin movernos de casa.

martes, 28 de junio de 2011

AMAR LO QUE SOMOS

AMAR LO QUE SOMOS

Los animales del bosque se dieron cuenta un día de que ninguno de ellos era el animal perfecto:
los pájaros volaban muy bien, pero no nadaban ni escarbaban; la liebre era una estupenda corredora, pero no podía volar ni sabía nadar... Y así todos los demás.
¿No habría una manera de establecer una academia para mejorar la raza animal? Dicho y hecho. En la primera clase de carrera, el conejo fue una maravilla, y todos le dieron sobresaliente; pero en la clase de vuelo subieron al conejo a la rama de un árbol y le dijeron: “¡Vuela, conejo!”.
El animal saltó y se estrelló contra el suelo, con tan mala suerte que se rompió dos patas y fracasó también en el examen final de carrera.
El pájaro fue fantástico volando, pero le pidieron que excavara como el topo. Al hacerlo se lastimó las alas y el pico y, en adelante, tampoco pudo volar; con lo que ni aprobó la prueba de excavación ni llegó al aprobadillo en la de vuelo.
Convenzámonos: un pez debe ser pez, un estupendo pez, un magnífico pez, pero no tiene por qué ser pájaro. Un hombre inteligente debe sacarle punta a su inteligencia y no empeñarse en triunfar en deportes, en mecánica y en arte a la vez. Una mucha fea difícilmente llegará a ser bonita, pero puede ser simpática, buena y una mujer maravillosa... porque sólo cuando aprendamos a amar en serio lo que somos, seremos capaces de convertir lo que somos en una maravilla.
Anthony de Mello

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